El poeta se enamora de las palabras: Las piensa, las desea, las persigue, las hace suya y, en un éxtasis de latidos, las deja florecer. Cada verso es un retazo del alma hecho imagen, un despliegue de encanto, emotividad y entrega. La poesía es luz y es sombra, es aprehensión y es misterio. La poesía es el germen de un latido hecho cielo, de un atar lo tangible a lo intangible para transmutarlo en flor, de un suspiro que va sembrando de reflejos la existencia. La poesía nace de lo interno tan eterna como el tiempo y tan sublime como el amor, vistiendo el lenguaje de los siglos. El poeta busca sus alas en las aguas del silencio, la soledad es su eterna aliada y la imaginación su refugio. A través de la imaginación el poeta toca la esencia de las formas, trasciende la superficie y designa a su modo la realidad. El poeta como el fénix renace de ...