Simón Bolívar
Una espada cayó en tus manos y un caballo como el hierro alimentó el camino, la sombra en alas, el sueño, el aire intenso de los pueblos. Tu estrella fue el agua entre las piedras, y como un trébol terrestre y rojo tocó el silencio y su pálida simiente; detuvo el áspid, condujo el alma de las rosas, y el aire con sus odres alzo el canto de los surcos, trajo el verde hasta la orilla y una luna como el Ebro, de latidos como el viento que grafiaron tus racimos, tus colores desatados y te buscaron en la noche, te adivinaron el día con su...