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Francisco Alberto Caamaño

Era abril y tú en los sueños, en aire y las espigas donde engendraste el espejo; en  los signos de la orilla, en las huellas y en los versos, en las alas como el hierro, en las horas y el rocío, en el alba y las palomas, en la alquimia sostenida en el eco de la sombra.   Era abril y tú en las sienes, en las sales y en la encina, en la luz y en los cristales, en las puertas subrepticias, en el agua y sus raíces, en su intenso mineral, en el fondo de los pasos en las piedras y el camino, en los pétalos del día, del metal y su estatura, en sus hilos de horizonte de amapola y laurel.      Rafael N. Fernández         

A Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quijote)

En las páginas del sueño tu epopeya es un   espejo, una puerta como el agua hacia el aire y las palomas, hacia el circulo y la arena, una estatua luminosa, una espiga de la tierra, de la encina y las abejas, de horizonte   y   laberinto, de raíces y campanas, de luciérnaga y camino, de intersticios invisibles donde el cisne creas sus alas   donde teje su armadura y su equino planetario.            Rafael N. Fernández

Callejero

No hay paloma en tu estatura, en   tus alas como el viento, en las hieles y el rocío, en   tu sueño de horizonte, de colores ahuecados, de intersticios como escarcha, de retamas   y fronteras, de miradas coaguladas, de metales   y   amapolas, de ingestiones eclipsadas como espiga de la sombra.     Rafael N. Fernández (Poeta y escritor dominicano)

Ángel canino

        A Wilson, el pastor belga perdido        en la selva colombiana  de Guaviare.                                                                                                                                         Por  tu esencia como el agua,   por la luz en que resides hay un verso de rocío,  por tus alas como el alba, un silencio de horizonte,  hay un cisne entre la sombra, en la hiel de los espejos, en los círculos del sueño, en sus hilos invisibles, en las sales del eclipse, en el aire y  la espesura   como quien busca una puerta, una arteria hacia tu efig...

A Donelly Martínez

Aún hay luz en el silencio, en el agua y en los lirios, en las puertas del espejo, en el aire como aguja, como encina de la espuma, como un pálido cerrojo ante el sueño y las palomas, ante el ángel como piedra por  los  pasos de la sombra, por la hiedra y las ortigas, por metales  repetidos  en sus alas de rocío, por  las sales de la bestia en su temprana estatura      Rafael N. Fernández