Jacques Cousteau

 

A veces siento nostalgia de no ver

a Jacques Cousteau y su sencilla,

natural, interesantísima, recreativa,

consciente y científica forma 

de presentarnos al mundo marino

a través de la televisión

durante sus emocionantes

exploraciones a bordo del Calypso.

                    

Jacques Cousteau tenía

un carisma angelical,

su constante búsqueda, 

observación y admiración

por las especies 

en peligro de extinción,

sobre todo por la preservación 

de las especies marinas

lo convirtieron en un eterno

navegante de los mares.

 

Su vida estuvo  impregnada

por la presencia del mar

y fue  precisamente él, 

quien  por primera vez,

trajo hasta nosotros, 

de una forma nunca antes vista,

los misterios de las profundidades,

el encanto celeste 

y sus liquidas salitres,

oscurecidas por la distancia de la luz,

capturadas gracias a

su ingeniosa y maravillosa invención, 

la escafandra.

 

La escafandra  le permitía 

respirar mejor y tener

más posibilidades de  análisis

a grandes distancias de la superficie.

 

Sus inventos se convirtieron

en un aporte valiosísimo

al desempeño de la investigación submarina.

 

Su mente brillante logró cristalizar

con suma efectividad  

el chaleco hidrostático,

la escafandra, 

el platillo volador submarino,

el trimarán submarino,

la estación submarina

precontinent III, etc.

 

También fue un prolifero escritor,

sus cincuenta libros,

fruto del entorno en que se movía

demuestran  con suma claridad  

como amaba el terreno

en que ejercía sus investigaciones

  

Sus libros están 

ungidos de esa pasión,

de ese vasto conocimiento,

de su amor y entrega incondicional

a favor de la vida y del planeta.

                                                                                                      

Pensar en Jacques Cousteau

es viajar al sueño intenso 

y multiforme en que vivió,

como todo genio

supo comunicar a  modo propio

lo que movía su existencia;

supo entenderse con su alma

y dejar en alas de la historia

su solemne e invaluable enseñanza,

su impresionante

y constructivo legado.

 

                    

               Rafael N. Fernández   


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